Foto: José Luis de la Cruz

Guerrero es uno de los estados con mayor diversidad lingüística de México. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI, 2022), la entidad es uno de los estados con mayor población indígena.

Es decepcionante que, en un municipio como Ayutla de los Libres, donde la Secretaría de Economía, (2020) registró que un 20% de toda población habla una lengua indígena, aún con ese alto porcentaje se les violan sus derechos lingüísticos y se les niega el acceso a la justicia debido a que en el ministerio público no cuentan con traductoras, incluso de la misma variante.

El pasado 3 de agosto, el Centro Regional de Derechos Humanos José María Morelos y Pavón llevó a cabo el taller “Violencia de género en mujeres indígenas y afromexicanas de Ayutla de los Libres, Guerrero”. Allí, mujeres Tu’un Savi expresaron que, aunque denuncien ante la fiscalía o el ministerio público cualquier tipo de violación a sus derechos humanos, las autoridades nunca le toman importancia a sus casos sólo por hablar su lengua, el tu’un savi. Lo peor es que las instituciones judiciales no cuentan con traductores y traductoras. Las mujeres indígenas son ignoradas ante la mirada fría de las autoridades.

Durante el taller, ocho de cada diez mujeres indígenas confirmaron haber sufrido violación y acoso sexual por parte de familiares, vecinos o esposo. Ellas mismas sienten que son consideras como objetos porque cuando se casan nunca lo hacen por amor, pues más bien sus padres siempre eligen con quien se van a casar y después de casarse se convierten en propiedad del hombre.

La señora Guadalupe tenía 14 años cuando la obligaron a casarse con una persona 7 años más grande que ella. Relató que siempre ha sufrido maltrato. Tenía 3 años cuando su madre fue asesinada por intentar escapar con el hombre que amaba, por lo que desde ese momento estuvo «pagando» por la «osadía» de su madre. Cuando vivía en casa de su papá, él siempre la golpeaba y decía que iba a ser igual a su madre. Desde que se casó vive con miedo, debido a que su esposo desconfía de ella y la golpea constantemente, a tal punto de haberle provocado un aborto.

Marta, una señora que no habla el español, su relato fue a través de un traductor. Fue víctima de un intento de violación sexual por parte de su tío cuando se dirigía a sembrar maíz, pero por suerte corrió y pudo escapar. Al llegar a su casa intentó contarle a su mamá y abuela, pero fue inútil, nadie le creyó. El miedo para confrontar a un hombre era enorme.

Doña Marcela, proveniente de la Montaña alta, a la edad de 12 años fue vendida a quien es actualmente su esposo, en ese tiempo un señor de 25 años. Contó que desde que se casó el miedo la acompaña porque nunca ha podido estar en paz, él siempre busca cualquier excusa para golpearla. Ha llegado a violarla amenazándola de muerte. Un día con llanto desesperado intentó denunciarlo ante la fiscalía, pero las autoridades ni siquiera le tomaron interés, e incluso, cuenta, la veían con desprecio por llegar descalza y sin poder hablar español.

La ola de violencia que viven las mujeres en la cotidianidad es terrible, están en zozobra todo el tiempo. Sobreviven en las noches y en el día. Saben que tienen que seguir en una lucha silenciosa porque las autoridades están lejos de protegerlas. Al contrario, las criminalizan, las discriminan por hablar una lengua y las desprecian por ser mujeres. 

La Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (CONAVIM, 2016) registró que Guerrero se encuentra dentro de los estados donde más se violan los derechos de las mujeres. La mujer indígena sufre violencia por ser mujer y por ser indígena. Está claro que aunque la gobernadora use huipil, sólo promete resolver los problemas sociales que aquejan a grupos minoritarios, pero no hay proyectos visibles para concientizar a la población y crear entornos seguros para que las mujeres vivan libres de violencia. Guerrero es el santuario de la violencia.

*Estudiante de psicología de la UNAM

Fuente: Desinformémonos